Voluntariado: una labor de transformación social y personal.
Casi había olvidado que escribí con tanta pasión este ensayo; a finales del año 2014 y con el corazón algo roto decidí que quería pasar los siguientes meses lejos de mi ciudad, así que postule a un voluntariado nacional que iniciaba el verano del 2015, este proyecto era impulsado por una institución que desarrolla su trabajo con comunidades rurales y claro, sigue cierta línea eclesial así que el texto va en coherencia con ello. De esa experiencia nacieron las siguientes letras:
"Hay mayor alegría en dar que en recibir" (Hch 20,35)
Cada uno de los rostros que vi durante estos 40 días me hicieron reflexionar sobre la realidad de muchas familias del Perú, un país que ya ha madurado y esta trabajando día a día por conseguir que cada persona que en el pasado fue olvidada por la sociedad y el gobierno pueda ahora hacer cumplir sus derechos para vivir con dignidad.
En las zonas de voluntariado de San Borja y Chosica hay un gran índice de violencia familiar, lo cual me preocupó mucho más al partir de esta ciudad; lo expuestos que están por la gran cantidad de basura que hay alrededor de sus casas, el no contar con un seguro de salud, la limitada atención que se le presta a la educación. Son tantas las actividades que desearía haber culminado junto al Centro Esperanza, sin embargo, sé que lo aportado es parte de todos los grandes cambios que vienen de ahora en adelante para cada una de las personas que se beneficiaron con esta labor. Al contraste con esta realidad, están los niños, niñas y adolescentes de La Pinta, los cuales tienen una vida más acomodada pero en muchas de esas familias hay una gran ausencia de afecto y acompañamiento por parte de sus padres.
"Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo". - Evangelii Gaudium-primera exhortación apostólica del Papa Francisco. Me pregunto si los voluntarios podemos hacer que la realidad de nuestro país mejore, y puedo decir, sí, claro que podemos, porque vamos juntos compartiendo nuestras experiencias desde nuestras áreas de estudio en busca de una sociedad más justa, formando poco a poco el desarrollo de la equidad, la justicia, el respeto, el ser empático con el sufrimiento del otro; porque cada uno de los voluntarios tiene una función transformadora social.
Las personas beneficiarias también son protagonistas de este proceso de cambio, puedo destacar lo importante que es el valor de la confianza que depositan cada uno de ellos en los voluntarios y las promotoras del Centro Esperanza, lo cual es muy reconfortante porque nos permiten hacer actividades mucho más participativas. Nuestra labor no podría estar completa si no existiera esa población que está siempre dispuesta a aprender nuevas cosas, y dejar que un extraño pueda dirigirse a ellos dándoles alternativas de solución.
En este momento de mi vida reafirmo mi compromiso de dar siempre a manos abiertas todo el apoyo que sea necesario a cada lugar que Dios me permita llegar, de generar espacios donde los jóvenes tengamos protagonismo en el desarrollo de nuestra sociedad siempre cercanos a esa Iglesia de los pobres.
El voluntariado, en definitiva, ha sido una pieza muy importante en el rompecabezas de mi vida. Es por esas personas que conocí, cada una diferente, con historias distintas y muchas de ellas que hicieron conmoverme al punto de las lágrimas, que estoy segura que Chiclayo va a estar eternamente en lo más bello de mis recuerdos.
Lima, 05 de Marzo del 2015.