¿A qué podemos temerle más, al tiempo o al fracaso?

Cuando te detienes a pensar sobre como va avanzando tu vida, inevitablemente volteas a mirar al pasado, y muchas veces lo ves con dolor o arrepentimiento, con el infaltable "si tan sólo hubiera..."; lloras, pataleas, ríes, y hasta te sorprendes de las cosas que hiciste.

Si con el extraño repaso que hiciste de tu vida no te has sentido tan orgulloso de ti mismo y tampoco sientes que estás donde habías planeado cuando salías del colegio y soñabas con ser un hombre o mujer que iba a tocar el cielo, entonces deberías de seguir leyendo, quizás más de uno se va a sentir identificado.



En los últimos tres años he conocido gente maravillosa de mi edad y otros incluso menores que me han hecho ver la vida de otra manera, lo cual hacía que tenga esas ganas de antes de comerme el mundo, lamentablemente esas ideas de crecer eran efímeras; estos amigos son emprendedores, viajeros académicos o aventureros, líderes de grupos que contribuyen con diferentes propuestas en su entorno; personas que quiero, respeto y admiro...pero (si, hay un pero), si me sentía tan cómoda con ellos y tenía media hora de valor para mandar a la mierda mis "no puedo" ¿Por qué cuando me miraba al espejo o me sentaba frente al ordenador mis ganas se iban tan o más lejos que mi voluntad por ser la adulta que soñaba cuando era niña?


Me puse a pensar en los innumerables viajes que hice al pasado, de las terribles decisiones que he tomado y las que por supuesto a los casi 29 años me siguen acompañando, es como tener una relación tóxica que no te deja avanzar. Pones la mente en blanco para intentar reiniciar y saber donde demonios dejaste tu voluntad, tus sueños, las ideas locas que maquinabas mientras caminas acompañada tan sólo de tu propia sombra, tus audífonos y sonando un par de buenas canciones que casualmente hacen compañía perfecta a todo lo que estás pensando; te detienes, tu voluntad vuelve, llegas a casa sintiéndote cómo nueva, das un par de pasos y luego te dices a ti misma que es muy tarde para hacerlo.


Mi más grande enemigo (creo yo), el tiempo; bendito señor tiempo...realmente no sé si aún eres tú o mi incapacidad para terminar todo lo que empiezo. Hace ya mucho ha llegado para hacerte compañía mi frustración, a veces compiten por quien me martilla más y en ocasiones suelo pensar que ello les divierte ¿Cómo llegué a estar en medio de los dos? creo que tengo la respuesta pero hasta me es difícil escribirla, lo cierto es que les temo y, distinguidos señor tiempo y señora frustración, no me están dejando espacio para ser la mujer de mis sueños.


¿A quién le temo más? ¿O quién escribe es su principal enemiga?


© 2020 HAIT, Perú
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar